En la agencia no dejamos de tener cada cierto tiempo, dependiendo de la carga de trabajo y de las perspectivas de futuros clientes, becarios que nos ayuden en las tareas más cotidianas y sencillas de nuestro trabajo diario, seguimiento de las campañas, supervisión y entrega de materiales, etc. Para ello llegamos a un acuerdo con la universidad o escuela de negocio en la que estén estudiando, les asignamos un tutor, negociamos un tiempo de trabajo y remuneramos su beca.
De ellos esperamos motivación suficiente por meter la cabeza en un sector al que le han dedicado en materia de estudio no menos de 5 años y que con ello empiecen a labrarse un futuro profesional. Bien, hasta aquí suena perfecto.
El problema viene cuando te encuentras que la motivación de estos chicos es, en la gran mayoría, inexistente, no tienen gana alguna de avanzar, de esforzarse, de investigar por su cuenta, de leer de otros, en definitiva, de aprovechar la oportunidad.
Si se te ocurre que hagan un post de cualquier cosa verás cómo su forma de expresarse y sus faltas de ortografía te indican que, pese a tener su carrera universitaria, han leído poco y han trabajado menos los temidos comentarios de texto de nuestra época.
Si se ponen a hacer seguimientos de las campañas y tienen que comparar unas con otras y sacar unos porcentajes ya ni te cuento, y si hablamos de formular, para desesperarte.
Esta profesión a la que nos dedicamos, a mi modo de ver, es una profesión de mucha viveza, de constante cambio. Se trasforma a la vez que se trasforma la sociedad, ¡qué digo!, en algunos casos como el de la digitalización mucho más deprisa con lo cual no deja de aportarte conocimiento y en sí misma es un motor que te obliga a no quedarte parado.
Bien, pues los chicos no ven eso, sólo quieren ver a qué hora salen, si es cuanto antes mejor, y cuánto van a ganar aunque su aporte sea mínimo.
Es difícil que no te compares con ellos tú mismo cuando tenías esa edad y existía, una tasa de paro en esa franja de edad tan parecida a las de ahora. Se nos daba la oportunidad y no la desaprovechabas. En la mayoría de los casos ni te pagaban, te costaba dinero ir a trabajar. Esos seis meses e incluso un año te sabían a gloria porque sabías que después llegaría el ansiado contrato y tu puesto de trabajo.
Quizá nos hayamos hartado de escuchar en casa que había que aprovechar la oportunidad como fuera, que aprendiéramos lo máximo posible y que no nos quejáramos de nada, que habíamos tenido mucha suerte con que nos dieran la oportunidad de aprender y de meter la cabeza.
También es posible que hoy en casa no escuchen esas cosas, que lo tengan todo mucho más fácil y que luego sean incapaces de hacer sacrificios aunque sea en su propio provecho. Lo tienen tan fácil y son tan delicadillos que no puedes ni corregirles sin ofenderles y en cuanto pueden echan la culpa al empedrado, agachan la cabeza y salen corriendo.
Mientras tanto, a nosotros en la agencia nos toca guiar a est@s chic@s para que sean capaces de aprender un oficio y cogerle gusto, dedicarle pasión y labrarse un futuro en una profesión bonita pero muy sacrificada, a la que hay que echarle muchas horas si quieres hacer bien las cosas. No todos llegarán, no todos se quedarán con nosotros pero por nuestra experiencia sabemos que los que aguantan en nuestro entorno se hacen profesionales excelentes y personas de bien. Eso sí, sin faltas de ortografía y Cum laude en matemáticas.