03/10/2019

La profunda evolución del trabajo en la era digital

El mundo cambia y evoluciona, y lo hace a una velocidad y con un vértigo hasta ahora desconocidos. Los cambios tecnológicos, las alteraciones demográficas, incluso el fenómeno de la globalización y todos los vaivenes socio-economicos que nos sacuden cada vez con más frecuencia e intensidad están alterando las que hasta hace tan sólo unos años formaba parte de nuestra cultura y fundamentos laborales. Especialmente la revolución digital está cambiando el panorama profesional, pero no es el único factor disruptor.

Aprovechar los recursos y nuevas oportunidades que la tecnología pone a nuestra disposición es una obligación; pero no es fácil. La evolución de la tecnología es geométrica, exponencial. Necesitamos hacer un gran esfuerzo para entenderla y comprender sus posibilidades, y aun así no abarcaríamos nunca todo el espectro de novedades que se van abriendo camino. Para “dominar” la tecnología se necesitan técnicos que sepan sacarle todo el provecho posible; pero sería un error terrible enfocar nuestra energía y nuestra estrategia de selección de personal, al menos en las áreas que más tecnología necesitan, en la captación de “super especialistas”, olvidándonos del CONOCIMIENTO, del conocimiento EN SENTIDO AMPLIO, del sentido común, y de actitudes tan importantes como la voluntad de mejora o la coherencia de pensamiento. Estas actitudes y no otras son las que mantienen su esencia a lo largo del tiempo y siguen conformando el sustrato que toda empresa necesita para prosperar. Esta es la clave de las organizaciones, saber conjugar lo estructural con lo coyuntural, lo funcional con el sentido del NEGOCIO.

Si descendemos al terreno de la selección de personal, tenemos que ser capaces de ARMONIZAR estos dos factores, y según el perfil y la jerarquía del puesto requerido, aportar las dosis necesarias de cada elemento para elegir al mejor candidato, teniendo siempre presente que la diferencia reside en lo sustantivo, en la búsqueda de perfiles que compatibilicen lo técnico con el resto de capacidades básicas; ya que este tipo de perfiles son los que aportaran sostenibilidad a nuestro éxito.

Las capacidades digitales determinan el éxito de las organizaciones; pero es más importante para una empresa la cultura digital con mayúsculas que la contratación de trabajadores muy cualificados desconectados del resto de la empresa, por déficit de aquella o por el aislamiento de éstos.

Las capacidades digitales y las habilidades no cognitivas, como la autonomía, la capacidad de emprendimiento, la inteligencia emocional y sobre todo la CREATIVIDAD, entendida como la capacidad de adaptación y de pensamiento lateral, son todos rasgos también muy necesarios para desarrollarse en el actual marco de trabajo.

La especialización, y el conocimiento profundo de cualquier actividad nos lleva a amortizar la tecnología; pero la excesiva especialización puede derivar en algunos casos en una miopía funcional. Existen perfiles muy capacitados para trabajar en ámbitos concretos, en nichos muy específicos, que realizan tareas sobre todo de carácter tecnológico; pero que carecen de las mínimas habilidades en el resto de áreas y han perdido el sentido del negocio. El medio para ellos es el fin y no a la inversa. Manejo la plataforma X y la herramienta Y a la perfección, pero desconozco los detalles del negocio, y además es que no me interesa saberlo.

En nuestro campo de negocio, el marketing y la publicidad, no podemos obviar que cada vez más éste se basa y se desarrolla gracias a la tecnología; pero nos estamos olvidando en muchos casos de la esencia de los principios básicos del negocio; sin éste conocimiento el perfil cojeará. Tendrá una pierna muy, demasiado incluso, musculada, y la otra no sostendrá el peso que le corresponde.

Nuestra actividad en el campo del marketig y la publicidad, trabajando para ayudar a nuestros clientes a crecer, y apoyándonos en la tecnología y en la innovación, nos facultan para desde la comprensión del entorno, a entender mejor las características y el perfil que las compañías necesitan incorporar a su organigrama.